Historia
de la moda (5º parte)
Peinados
La moral victoriana se
distinguió por tener principios rígidos y estrictos, siendo evidente este
estilo en la forma de llevar los peinados. Se instauró la sencillez como línea
a seguir en todos los sentidos, dejándose de usar las pelucas y abalorios de
fantasía.
El cabello adquiere un significado especial, sobre todo en las mujeres, representando su sexualidad.
Surgen nuevas
profesiones, entre ellas, la peluquería. Los peluqueros trabajaban sobre todo a
domicilio en el caso de las mujeres de la burguesía; los hombres en cambio
continuaban acudiendo al barbero a cortarse el cabello, aunque hay un caso que destaca al tratarse de la primera peluquería de éxito y la aparición del termino de franquicia.
Los estilos de cabello,
tanto en hombres como en mujeres, variaron a través de las décadas de este período.
LAS DAMAS
En la época victoriana,
el cabello de una mujer occidental era considerado una parte importante de su
aspecto. A ambos lados del Atlántico, éste estilo occidental marcó su estatus y
su feminidad.
Durante la adolescencia,
la mujer victoriana comenzaba a recoger su larga cabellera hacia arriba con
lazos. También se dejaba suelto el pelo o recogido en trenzas y atado con una
cinta.
Al cabello de la mujer
se lo enrollaba, rizaba y combinaba en una variedad de peinados elaborados, a
veces adornado con joyas o plumas. Estos estilos cambiaron con la evolución de
modas, pero el pelo no era cortado a menos que sea absolutamente necesario. Como
en muchas sociedades, la doctrina religiosa fue un factor determinante en
cuanto al aspecto del cabello de la mujer victoriana, ordenaban que el pelo sea
cubierto o recogido hacia arriba, particularmente si la mujer era casada. En la
época victoriana ver un cabello mal peinado, desarreglado y poco cuidado era
considerado pecaminoso.
Entre las clases medias
y altas el pelo de una mujer se convirtió en el punto focal de interés sexual,
la expresión primaria de su feminidad. Para las clases más pobres, mantener la
cabellera larga en medio de enfermedades y falta de higiene de la época era una
idea muy poco práctica. Muchas mujeres de clase baja recurrían a la venta de su
cabello por dinero en efectivo.
Se creía que la
personalidad de una mujer podría inferirse de su cabello. Las mujeres de
cabello rizado se las consideraban más dulces y naturales que las mujeres con
el pelo liso. Cabellos largos y sueltos se asociaban con la sexualidad de la
mujer, o sea mientras el cabello sea más largo y más grueso, se creía que iba a
ser mayor la naturaleza pasional de la mujer. Tal vez fue por esta razón que
las mujeres comenzaron a ser fotografiadas desde la parte lateral o trasera con
el pelo largo que fluye libremente por la espalda. También demostraban con las
fotos de que no tenían que recurrir a cabello artificial o postizos para lograr
sus peinados.
Las mujeres, en 1840, y
hasta 1860, usaban rodetes en la parte superior de la cabeza, y combinaban
rodetes con rizos que colgaban a los costados de la cara. Adornaban sus
cabellos con peinetas, flores, hojas, perlas, o cintas enjoyadas. Solían
peinarse también con una raya al medio, y un rodete en la nuca. Cerca de 1860 los
rodetes atados en la nuca se volvieron de uso casi general. Los rizos alrededor
de la cara eran populares alrededor de 1850. Los rizos y ondulaciones, después
de 1860, fueron muy populares entre las mujeres, y usaban ruleros de metal
durante la noche para mantener el cabello ondulado. En 1872 el francés Marcel
Grateau patentó la "plancha enruladora", que eran unas tenazas de
forma de tubo, uno cóncavo y el otro convexo, que se calentaban y mantenían el
cabello ondulado. Este invento fue un gran suceso y permitió formar nuevos
estilos de peinados, como uno que llevó su nombre, el "ondeado
Marcel".
EL ESTILO "POMPADOUR"
Cerca de 1880 se comenzó
a usar mucho el estilo "pompadour", que consistía en levantar el pelo
hacia arriba en la parte central y dejar caer rizos a los costados. Una
variante fue el "estilo francés", que era el pelo amontonado en la
parte superior de la cabeza y rizos en la frente. El estilo "Gibson
Girl" se puso de moda cerca de 1890 y duró hasta entrado el siglo XX. Para
lograr el estilo "Gibson Girl", las mujeres se añadían en la parte
frontal de la cabeza postizos de pelo, que hacían generalmente de su propio
cabello, guardando el que quedaba en sus cepillos en un recipiente de cerámica,
bronce, o cristal.
LOS CABALLEROS
Los hombres, desde 1840
hasta aproximadamente 1865, usaron el cabello más o menos largo, y se pusieron
de moda los bigotes, los grandes mostachos, las patillas, y las barbas en
punta. También estuvo de moda el estilo puritano del siglo XIX, sin bigotes y
con patillas y una barba corta, como Abraham Lincoln.
Después de 1860, y hasta
fin del siglo, los cabellos se fueron usando más cortos, pero las barbas, y
especialmente los mostachos, siguieron usándose. Los caballeros usaban
distintos tipos de ceras y aceites para mantener sus mostachos en forma,
incluso armazones que se ponían durante la noche para conservar la forma del
bigote. Hacia el final del siglo muchos eligieron tener sus rostros
completamente afeitados y el cabello corto. De todos los productos usados para
acondicionar y fijar el cabello, como el aceite de oso o el bay rum, el más
popular fue sin duda el aceite de macasar.
LOS PRIMEROS SALONES DE BELLEZA
El moderno concepto de
salón de belleza femenina fue desarrollado por una canadiense, Martha Matilde
Harper (1857-1950), quien de alguna manera inventó también el concepto actual
de franquicias en los negocios.
En 1882 se mudó a New
York y comenzó a fabricar un tónico para el cabello basado en productos
naturales, que no le causaba ningún daño al cabello. Con sus primeros 360
dólares de ahorros, comenzó una inteligente carrera empresarial basada en un
activo marketing y un gran sentido de la innovación. Abrió su primer salón de
belleza, con el lema de "salud es belleza", con lo cual dejaba de
lado la idea de vanidad en la belleza y hacía énfasis en la importancia de la
buena salud que reflejaría una imagen armónica.
Por otro lado, se educó
con tutores en el arte de la conversación elegante y las buenas maneras
sociales, a la vez que se fue a vivir a uno de los edificios más prestigiosos
de Rochester. Para ser ella misma un atractivo para su clientela, se dejó
crecer el cabello hasta el suelo, y lo mantenía sano y brillante. En esa época
las mujeres hacían sus arreglos capilares en su casa, ayudadas por su personal
doméstico, o asistidas por peluqueros o peinadores que iban a domicilio. Martha
abrió su salón especialmente para mujeres en Rochester, el "Harper's
Salon", que tuvo un éxito inmediato.
Cuando otras mujeres
quisieron abrir negocios como el de ella, ella ofreció el contrato de
franquicias, acompañado de escuelas de peluquería, lo cual se llamó el
"Harper's Method". Los contratos incluían la cláusula de que todos
los salones debían proveerse de sus productos de belleza en el de Martha.
Estableció también una serie de standards para contratar personal y entrenarlo.
A fin de siglo ya había cerca 200 salones abiertos en EEUU y en 1920 eran ya
500 incluyendo franquicias en Alemania y Escocia.
INVENTOS
LAS PRIMERAS MÁQUINAS DE AFEITAR:
1890: SE INVENTA EL PRIMER SECADOR DE
CABELLO:
FOTOS DE CABELLO LARGO